¿MAESTRA? ¡¿ESTÁS LOCA?!
- Evelyn Díaz
- 11 jul 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 14 nov 2019
Aún con todo en contra decidí arriesgarme y dedicarme a intentar hacer un cambio en la sociedad.
¡Sí, soy educadora!

“Te vas a morir de hambre”, “tanto gasto en tu educación para desperdiciarte siendo maestra” … estas son solamente algunas de las cosas que me dijo mi mamá cuando le dije que dejaría la carrera de medicina porque quería ser educadora a tiempo completo.
Aparte de enojarse, ella se preocupó muchísimo por mi futuro financiero porque, a diferencia de Japón o Finlandia, en Guatemala ser maestro no es la profesión mejor pagada.
Sin embargo, me arriesgué a que las predicciones de mi mamá fueran ciertas y yo no tuviera lo suficiente para vivir con dignidad. ¡Gracias a Dios lo hice! Mi viaje por la educación ha sido tan satisfactorio que no lo cambiaría por nada.
Se preguntarán por qué decidí hacer un cambio tan radical en mi vida. No fue una decisión fácil; pero aún en la adversidad, me parecía una opción muy noble y adecuada a mis intereses. Finalmente, yo quería ser médico para ayudar a la gente y devolver a la sociedad un poco de lo que Dios me permitió tener. La educación tiene exactamente el mismo propósito, aunque con un enfoque distinto.
Una de las razones por las que soy educadora, es porque gracias a la educación yo me considero una persona independiente. La independencia la vivo como un valor personal de vivir libremente y tomar decisiones de manera autónoma. ¿Cómo no querer compartir esa experiencia con otras personas y ayudarles a formar su autonomía con responsabilidad?
Otra de las razones, es la satisfacción que conlleva ver a los estudiantes triunfar y realizarse en todos los ámbitos de su vida. Si bien, a través de cierto contenido formamos también sus habilidades, esto no lo es todo.
Al convivir durante la mayor parte del día con ellos, no podemos dejar pasar la oportunidad de participar en su formación holista. Cuando esta formación da frutos, me lleno de orgullo pensar que colaboré en una pequeña parte para que el éxito que cada uno logra se convirtiera en realidad.
Año con año, desde el 2005 al 2013, fui conociendo diferentes grupos de estudiantes; algunos más retadores que otros, unos grupos más disciplinados que otros y algunos más receptivos que los demás. Durante este tiempo tuve toda clase de estudiantes: niños, adolescentes y adultos. Cada grupo, cada estudiante, con diferentes características y con diferentes sueños por cumplir.
Una oportunidad de un puesto administrativo en el área de cursos libres de inglés se abrió y mi coordinadora me postuló. Después de algunas entrevistas, exámenes y unos días de prueba, el puesto fue mío. Ahora era Coordinadora de un programa de cursos libres de inglés en jornada dominical y tenía bajo mi cargo el área de niños y adultos.
Fue así como me di cuenta de que trabajar directamente con los alumnos era muy gratificante, pero que podría tener un impacto más grande en la educación si abría mis límites y pasaba de trabajar únicamente dentro del aula para trabajar de manera institucional.
Mi camino como administradora educativa comenzó y mi interés por estudiar la licenciatura en Educación también. Los retos cada vez eran más grandes y demandaban más conocimiento en el área y aptitudes de liderazgo. En el colegio donde trabajo también comenzaron los cambios de puesto.
Primero como coordinadora académica del Programa de Inglés, ya que esta era mi experiencia más cercana; luego coordinadora administrativa del programa de Bachillerato y finalmente nació el puesto de subdirección y con este, nuevos y más grandes retos.
Uno de estos retos es velar por la calidad de la educación. De esta cuenta se originó mi interés por estudiar la maestría en Currículo y Tecnología Educativa.
El currículo es la columna vertebral sobre la que se construye la educación. El currículo tiene implicaciones obvias académicas, pero también de índole social, político y económico. Estoy convencida que, a través de la construcción de un currículo equitativo, que brinde a los estudiantes igualdad de derechos y cumpla con agendas de apoyo internacionales como nacionales, sólo así estaré contribuyendo a mejorar la calidad de educación y, a largo plazo, la calidad de vida de todos en mi país.
Soy educadora, soy curriculista y soy generadora de cambios en mi sociedad. Mi propósito de vida ha sido el que me ha involucrado en buscar las mejores opciones educativas para todos aquellos a quienes apoyo en su proceso de aprendizaje. Estoy orgullosa de mi profesión y de haber seguido mi vocación hace ya 14 años.
“¡Qué gran trabajo el que haces!” “Mi maestra favorita” “Estoy orgullosa de ti” … estas son solamente algunas de las cosas que me dice ahora mi mamá.

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